miércoles, 15 de agosto de 2012

A Rimbaud, quién lo supo todo y se quedó callado.



El joven poeta entró en un bar, el mar de sus ojos azules, silenciosos, lo inundó todo, bañando el lugar de una ventisca que entraba con sus pasos de nube.
Su andar cómo de monumento, distinguía el hilo dorado de sus talones forjados por una secta de dioses. Tomando asiento encendió su pipa con el fuego de su aliento.
Entonces le dieron vino  barato y lo bebió, Wisky del más viejo y Cognac. Cuando el poeta hubo terminado de beber y comenzado a delirar; su lengua expulsó aves coloridas con filo en las plumas, ranas eléctricas, moluscos y pulpos morados, víboras y luciérnagas rotas.
El poeta se desvaneció entre el caos y las alimañas se convirtieron en diamantes, los borrachos y vagabundos recogían torpemente los cristales, que con el tacto se volvían escarcha, para barrerse y posarse en los rincones, dónde sólo alcanza la palabra de los malditos.

domingo, 12 de agosto de 2012

Los matices del gris



Odio lo inmaculado, el blanco y todo lo pulcro, prefiero el lodo dónde descansan solamente los desechos; saliva, sangre, lágrimas, dónde recide y se corrompe lo auténtico, cómo el manto gris que cubre el suelo de un bar donde los ebrios se derriten. La ceniza funde luz con sombra. En el charco de matices reposa un abismo. Se abren puertas forjadas de brillo. La confusión y el silencio son senderos precisos. Los borrachos siguen cayéndose a pedazos. Vórtices como esperanza surgen hasta ahora, pero no en la luz en círculos perfectos, ni en las alas finas de la aves rapaces, y menos en el aire limpio que cortan, del color turquesa del arrecife, dónde miente lo sublime, solamente existe la esperanza en la búsqueda de un gris convulso, y en cada gota que cae en un salón de ebrios infames, groseros y tercos, aquí se consagra el mañana junto al limo de la impureza, es ahí, junto con las bacterias y otras miasmas, que se edifica la única y valiosa vida hasta ahora.