sábado, 30 de marzo de 2013

El mundo es una boca repleta de colmillos


El mundo es una boca
repleta de colmillos.
mis rosas siguen
estando vivas
después de muertas.

Las lenguas rancias,
no dudan al lanzar
sus alaridos.
oigo decir: “150
millones de dólares,
buena inversión”

En México
hay una larga tradición
en cuanto a hablar con los difuntos.
el oro sigue moviendo
el rastro de las ánimas.

Estamos enfermos.
para muchos no es suficiente
el agua del río.

Hombre torrente despiadado
fotografías empolvadas
de asientos vacíos,
todos los rincones,
sufren el mismo tamaño.

Las quimeras se pintan
el rostro a escondidas,
con el polvo de los huesos
del último incendio.

Estómagos cargados de ácido,
focos que parpadean,
el fragmento manchado
de un anhelo que no tuvo lugar
en el corazón abandonado de los viejos.

El mundo es una boca,
repleta de colmillos
es el hocico intranquilo,
de un cerdo ennegrecido,
por la ira del azufre.

La esperanza convulsiona desnuda,
bajo un halo de cobre.
somos el rastro seco,
de raíces colgando en la despeñadura.

Yo prefiero ser coyote.
la montaña,
el ocaso, los restos,
la carroña, la vereda/luna,
el orden de las piedras,
“la cordillera” perdida,
Ruge; Rulfo.

Si se atreven
a tocar lo que me pertenece,
con sus colmillos afilados,
tengo navajas oxidadas,
por la sangre de la tierra.

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