Cuando
terminen contigo,
van a estirar tus tripas
para colgarlas hasta secarse,
como
cordones,
y ya no te necesitarán más,
aquí es cuando puedes decir:
quédense
con sus batas blancas
de
cirujanos sanguinarios,
quédense
con sus horarios de 8 a 2,
con
sus blanqueadores para ropa,
con
su pulcro aspecto,
con
su buen o mal aliento,
lo
cual da lo mismo
cuando
lo único que dices
es
menos importante que
la
MIERDA,
quédense
con sus viajes al extranjero,
con
sus chinos,
sus
franceses,
sus
alemanes,
sus
ex yugoslavos,
quédense
con sus pensadores
limpios
de sudor y de sangre,
con
sus Phd´s, sus grados C,
con
sus publicaciones en inglés y en hebreo muerto,
quédense
con sus zapatos lustrosos o las plumas en la solapa,
quédense
con sus conceptos polvorientos,
con sus libros tan espesos que,
ningún pez podría nadar en ellos,
quédense
con sus placas de oro,
con
sus aulas bien iluminadas,
con
sus pasillos tan largos
que
ni la muerte piensa atravesar,
quédense
con su banco de almas perdidas
en busca de una hoja con su nombre,
quédense
con la ciencia, el arte y la verdad,
quédense
hasta con la literatura,
sus bibliotecas
sus bibliotecas
perfectamente
alfabetizadas,
quédense
con sus proyectores sobrios,
con
sus nuevos valores,
sobre
todo con esos,
quédenselos,
pongan todo eso,
en el escusado,
y que alguien más suelte la llave.
en
lo personal,
tengo
ácido en las tripas,
vidrios
en el recto,
y toda una vida
con
manos y dedos
lo suficientemente fuertes
para
seguir sosteniendo
copas
llenas de vino tinto.
¡Salud!
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