sábado, 9 de marzo de 2013

Y que alguien más suelte la llave


Cuando terminen contigo,
van a estirar tus tripas
para colgarlas hasta secarse,
como cordones,
y ya no te necesitarán más,
aquí es cuando puedes decir:
quédense con sus batas blancas
de cirujanos sanguinarios,
quédense con sus horarios de 8 a 2,
con sus blanqueadores para ropa,
con su pulcro aspecto,
con su buen o mal aliento,
lo cual da lo mismo
cuando lo único que dices
es menos importante que
la MIERDA,
quédense con sus viajes al extranjero,
con sus chinos,
sus franceses,
sus alemanes,
sus ex yugoslavos,
quédense con sus pensadores
limpios de sudor y de sangre,
con sus Phd´s, sus grados C,
con sus publicaciones en inglés y en hebreo muerto,
quédense con sus zapatos lustrosos o las plumas en la solapa,
quédense con sus conceptos polvorientos,
con sus libros tan espesos que,
ningún pez podría nadar en ellos,
quédense con sus placas de oro,
con sus aulas bien iluminadas,
con sus pasillos tan largos
que ni la muerte piensa atravesar,
quédense con su banco de almas perdidas
en busca de una hoja con su nombre,
quédense con la ciencia, el arte y la verdad,
quédense hasta con la literatura,
sus bibliotecas
perfectamente alfabetizadas,
quédense con sus proyectores sobrios,
con sus nuevos valores,
sobre todo con esos,
quédenselos,
pongan todo eso,
en el escusado,
y que alguien más suelte la llave.
en lo personal,
tengo ácido en las tripas,
vidrios en el recto,
y toda una vida
con manos y dedos
lo suficientemente fuertes
para seguir sosteniendo
copas llenas de vino tinto.
¡Salud!


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